Por: Anatxu Zabalbeascoa
“La gente pobre te enseña algo que tú no sabías. Pero a su manera, con un vocabulario muy diverso. Por ejemplo la señora que viene a pedirme alguna cosa porque en el sur el río se metió en su mediagua y viene a pedirme fonolita. Pero le digo “pero señora, ¡fonolita!, ¡todos los años viene a pedirme fonolita!, vaya a preguntar a la Municipalidad”. “Pero se me está lloviendo la cama, padrecito”. Y ahí está Dios hablando: “así que si usted no me regala fonolita padre, yo me voy a hacer puta”. Le digo “cuántos años tiene señora”. “85” .
El que cuenta esta historia es el jesuita Josse van der Rest. La contó al cumplir 50 años en Chile donde en 1971 fundó, con su herencia, la organización laica SELAVIP(Servicio Latinoamericano, Africano y Asiático de Vivienda Popular). Procedente de una acaudalada familia de constructores belgas, van der Rest se ha mostrado durante toda su vida tan crítico con su grupo de religiosos, los jesuitas, como con todo lo demás. Pero donde decidió actuar fue frente a la pobreza urbana. “El problema no es la casa, sino la tierra. Con un pedazo de tierra el pobre es capaz de construir su vivienda”. Van der Rest no habla de ayudar a los pobres. Habla de aprender de ellos. Y la arquitecta Joan MacDonald, presidenta de SELAVIP se encarga de explicarlo. MacDondald dará una conferencia esta tarde en Madrid (Sala Arquerías de Nuevos Ministerios. Paseo de la Castellana, 67). Nadie debería perdérsela.
Tras estar toda su vida trabajando, desde la teoría primero, desde los suburbios de Santiago después y desde los extrarradios de Sudamérica más tarde, hace ocho años MacDonald fue nombrada presidenta de la organización privada SELAVIP. Con setenta años recién cumplidos, la antigua vicesecretaria de la vivienda de Chile viaja hoy por Asia, África y Latinoamérica decidiendo, anualmente, qué proyectos de asentamientos urbanos va a ayudar a iniciar su organización. Este año apoyarán la formación, asesoría legal, construcción o reconstrucción de 69 proyectos de quien vive en un mundo sin techo.
A veces la iniciativa apoyada por SELAVIP consiste en llevar bolsas de plástico. Otras en potenciar “la capacidad enorme que tiene la gente para construir”. MacDonald asegura que hacen los asentamientos “lo más feos posibles para que les molesten a los alcaldes cuando pasan por delante”. Lo suyo es empezar el trabajo. Cree en la autoexigencia como herramienta fundamental, no sólo en la clase política. También en los propios pobres. Pero también está convencida de que la ciudad formal tiene mucho que aprender de la ciudad informal donde, por ejemplo, los niños todavía juegan en la calle. “No está claro que los pobres quieran bloque y Centro Comercial”, dice.
MacDonald asegura que el tiempo de los pobres es distinto al de los ricos. Pero que han de hacer valer su número infinitamente mayor. “La estrategia del rico es dividir. La de los pobres debe de ser unirse”.
-“¿Y los arquitectos qué hacen?” -pregunta.
Confío en que no se pregunten qué tiene que ver todo esto con la arquitectura. Pero si lo hacen, les respondo ya que todo. La de MacDonald es una arquitectura en zapatillas. Las que uno debe calzarse para acercarse a la gente. “Los arquitectos debemos salir de nuestra torre de cristal, de la especialización y de los referentes de la arquitectura occidental”. “Hay que llegar de la gente a los proyectos y no al revés”, señala. A poco que puedan, acudan a escucharla.
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