miércoles, 14 de septiembre de 2011

PATRIMONIO: Habitar el Patrimonio

HABITAR EL PATRIMONIO. La cooperativa de vivienda por ayuda mutua como medio de gestión y desarrollo edilicio y urbano.


URUGUAY

Arq. Raúl Vallés + Arq. Daniela Árias + Arq. Marta Solanas Domínguez

RESUMEN

La experiencia de las cooperativas de vivienda por ayuda mutua constituye un referente internacional como modelo de producción y gestión social del hábitat.

En Uruguay, en los últimos cincuenta años, más de 25000 familias han resuelto el acceso y la permanencia a la vivienda mediante este sistema, que fomenta la posterior gestión y mantenimiento del conjunto.

La Casa de Lecocq, construida en 1874, está catalogada como Monumento Histórico Nacional. En el marco del Plan Especial de Ordenación Protección y Mejora de Ciudad Vieja en Montevideo, la Cooperativa de Vivienda COVICIVI II es un caso emblemático de restauración de un Monumento Histórico por parte de un colectivo de habitantes del barrio, de bajos ingresos y sin experiencia previa en rehabilitación.

Asimismo, es este grupo de vecinos el que habita el edificio, lo que lo convierte en un aporte a la ciudad en términos de patrimonio vivo, habitado y que como tal, sus usuarios muestran a quienes lo visitan como ejemplo de transferencia del modelo a la sociedad.

Es revelador en esta experiencia el proceso de apropiación popular del “hecho arquitectónico” y cultural a través de la autogestión del proceso, el aprendizaje y la capacitación.

Palabras clave: Monumento Histórico, Autogestión, Apropiación, Cooperativa de Vivienda, Ayuda Mutua.


El 25 de septiembre de 2010, la cooperativa COVICIVI II cumplió 6 años habitada. En este tiempo, la finca valorada como patrimonial pero abandonada y en alto estado de deterioro ha recobrado vida gracias a sus vecinos, que hicieron posible su recuperación. Estas páginas pretenden ser un balance de la experiencia, surgida a partir del relato del colectivo social que lo habita. De esta manera y desde la perspectiva de los propios habitantes-restauradores, es posible valorar los resultados de introducir el modelo Cooperativo de Viviendas por Ayuda Mutua (en adelante CVAM) en un edificio catalogado como patrimonio histórico.

0. INTRODUCCIÓN.

El sistema cooperativo en Uruguay cuenta con más de cien años de antecedentes lo cual lo convierte en un hecho significativo dada la escasa edad del país independiente. El Movimiento Cooperativo, reconoce en sus orígenes, evolución y desarrollo, una vinculación directa con los movimientos sociales en formas de organización y poder popular. Surgen con mayor consistencia hacia la década del 20, década en la cual se genera el marco normativo específico para este sector.

Es posible reconocer en el cooperativismo uruguayo algunos elementos coincidentes como la vinculación con organizaciones o gremios con una marcada pluralidad y autonomía y el rol determinante del Estado, tanto en su fomento como en la obstaculización de su desarrollo a lo largo de la historia.

El Cooperativismo de Vivienda, surge con tres experiencias pioneras en Florida, Salto y Río Negro en el año 1966, con el asesoramiento del Centro Cooperativista Uruguayo. En 1968 se aprueba la Ley de Vivienda (Ley 13.728), en cuyo Capítulo X se desarrolla y precisa el funcionamiento de las Cooperativas de Vivienda (CV) y se define la función y composición de los Institutos de Asistencia Técnica (IATs). Asimismo, se crea el Fondo Nacional de Vivienda, el cual preveía el financiamiento de proyectos estatales, privados o cooperativos.

Asimismo, se definen los distintos tipos de cooperativas, según dos clasificaciones: el régimen de propiedad y la forma inicial de aporte al financiamiento de las viviendas. Se establece así la posibilidad de la propiedad individual o colectiva (en esta última el habitante es “usuario” según un contrato de uso y goce ilimitado). Las CV podrán ser “por ahorro previo” o por “ayuda mutua” (en este caso, se aporta en horas de trabajo en la construcción de viviendas). En síntesis, las CV suponen la suma de los esfuerzos del Estado (que financia y supervisa) y de los habitantes, que aportan el trabajo o el financiamiento inicial así como la gestión del proceso; con el asesoramiento técnico de los IATs. Surgen también en estos años las Federaciones de Cooperativas de Vivienda, con el objetivo de aunar las demandas, necesidades y esfuerzos de las Cooperativas que se conforman. Así, en 1969 se crea la Federación de Cooperativas de Vivienda de Usuarios por Ahorro Previo (FECOVI) y en 1970 la Federación Uruguaya de Cooperativas de Vivienda por Ayuda Mutua (FUCVAM).

Tras una etapa inicial activa y dinámica en la que se constituyen numerosas cooperativas y se construyen viviendas, sobreviene el período de la dictadura militar (1973-1985) que supuso un intento progresivo de minimizar la experiencia. Sin embargo, las CV se mantuvieron como un espacio para el encuentro, a la vez que mostraron en 1984 la potencia y profundidad de su arraigo en la sociedad uruguaya mediante el rechazo al decreto que pretendía eliminar la propiedad colectiva de las mismas. A partir de 1985, los sucesivos gobiernos democráticos definirán el presupuesto destinado a vivienda según un Plan Quinquenal, lo que supone una gran inestabilidad y una reducción evidente de la capacidad de producción de viviendas dignas en relación a los primeros años del CV. Por otra parte, en Montevideo desde 1990 la Intendencia Municipal (IMM) pone en marcha una serie de iniciativas importantes: la descentralización llevada a cabo con la creación de Centros Comunales Zonales y sus Comisiones Especiales Permanentes correspondientes, la creación de una cartera de tierras e inmuebles municipales y las experiencias de reciclaje en la ciudad consolidada. Éste será el nuevo contexto para una nueva etapa de las experiencias de las CV.

Desde la dimensión socio-antropológica es posible afirmar que la CVAM se constituye en un ámbito de producción de una identidad cultural diferenciada, entendiendo la cultura desde el ámbito de su producción y no de su consumo. Esto implica que, mediante la reelaboración o la representación simbólica de estructuras materiales, se comprende, reelabora y transforma el sistema social y la lucha por la hegemonía.

La experiencia de las CVAM analizadas desde el concepto de “movimiento social urbano” elaborado por Castells agrega dos dimensiones a la mencionada anteriormente como dimensión cultural o construcción de una identidad cultural diferenciada a través de las relaciones comunitarias. Estas son: la apropiación de un espacio residencial y urbano en términos de valor de uso y la conquista de la autogestión política de base territorial; la primera en oposición al espacio urbano como valor de cambio y la segunda en oposición a la administración territorial centralizada por parte del estado.

Si bien se reconocen en este sistema heterogeneidades, es posible hablar de las CVAM como comunidad, “entendiendo como tal a un grupo con un sentido de trascendencia, basado en un sistema de valores comunes, no necesariamente derivados de las necesidades de la reproducción cotidiana”

1. CIUDAD VIEJA. LAS CVAM EN LA CIUDAD CONSOLIDADA.

“El futuro tiene muchos nombres, para los débiles es lo inalcanzable, para los temerosos lo desconocido. Para los valientes es la oportunidad.

COVICIVI 1990-2010”.

“(…) Montevideo no escapa a la dinámica sufrida por la mayoría de los centros metropolitanos de Latinoamérica: en un proceso que lleva por lo menos treinta años, la mayoría de los barrios de las áreas centrales ha perdido población y calidad ambiental, junto a una progresiva tercerización y tugurización de su estructura física. Esto marca una aguda contradicción en el proceso urbano: por un lado, la existencia de sectores de zonas céntricas subutilizados y degradados; por otro una dinámica permanente de expulsión de la población de menores recursos hacia la periferia, donde su relocalización genera siempre altos costos sociales y urbanos.”

En este contexto, la ciudad consolidada, y muy especialmente la Ciudad Vieja, posee la estructura física y de servicios pasibles de ser intervenidos para la rehabilitación física y social. En este sentido, las experiencias de reciclaje se han asociado históricamente a otro tipo de tejido urbano más ligado a las áreas intermedias y periféricas, reservando la rehabilitación en el Casco de la Ciudad Histórica a edificios de un reconocido valor patrimonial, generalmente no vinculados al uso residencial. (fig.1)

En el marco de Programas Piloto demostrativos promovidos por la IMM, surge la posibilidad de introducir el modelo de CVAM en intervenciones de reciclaje en la Ciudad Vieja. Esta innovación supone modificar el esquema habitual a través del cual se habían venido realizando con éxito las cooperativas de “nueva planta”.

El nuevo proceso fue un desafío para todos los actores. Para los habitantes supuso un cambio en el imaginario colectivo de vivienda propia tradicional de las cooperativas: unifamiliar en conjunto abierto, con espacios libres compartidos; con patio delantero y/o trasero, así como materiales y tecnologías de construcción propias de este sistema. Reciclar edificios existentes equivalía a modificar la tipología de vivienda y por tanto los espacios comunes obtenidos. Para los técnicos, el desafío de diseñar y gestionar una obra en que los constructores no cuentan con experiencia previa, se hace aún mayor, por tratarse de edificios pre-existentes y con valor patrimonial.

“(…) estas experiencias partieron de una serie de pautas que permitieron precisar mejor sus objetivos y definir la metodología del trabajo a emplear: el no desplazamiento de la población residente, la recuperación y aprovechamiento de la estructura edilicia existente, que ya cuenta además con servicios e infraestructuras, la utilización de técnicas constructivas apropiadas y apropiables por la gente, para potencializar sus posibilidades de aporte de ayuda mutua, el apoyo y asesoramiento a la organización y autogestión de los vecinos involucrados en un marco de trabajo interdisciplinario amplio.”

2. PROGRAMA “LAS BÓVEDAS”. COVICIVI: COOPERATIVA DE VIVIENDAS DE CIUDAD VIEJA.

“Por el derecho de los vecinos a vivir en su barrio, COVICIVI recicla la Historia”.

“La Cooperativa de Vivienda Ciudad Vieja [COVICIVI] se fundó el 25 de Agosto de 1990, a partir de un grupo de vecinos decididos a solucionar el problema de la vivienda sobre la base de su derecho a permanecer en el barrio en el cual vivían y según los principios del sistema cooperativo de construcción por ayuda mutua”

A partir de la conformación de este grupo inicial, comenzó un período de búsqueda de predios o inmuebles apropiados a las características y necesidades del grupo. Al fin, se trataría de una serie de fincas en una misma manzana, con frente a la Rambla 25 de Agosto, entre Ituzaingó y Juan Carlos Gómez. En los primeros terrenos asignados se desarrollaría COVICIVI I, en una segunda fase a partir de 1994, en lo que fue la casa de Lecocq, se desarrollaría COVICIVI II.

A través del relato de sus experiencias concretas y sus vivencias vinculadas al proceso de construcción y gestión de su propio hábitat, los vecinos rescatan los temas fundamentales: la apropiación del concepto Patrimonio y la gestión del mismo, la capacitación en autoconstrucción y en autogestión; la puesta en marcha de servicios abiertos al barrio y la gestión de un proceso de escala barrial.

LA APROPIACIÓN DEL CONCEPTO PATRIMONIO Y SU GESTIÓN.

“Esta casa es de 1794. Nuestra cooperativa fue fundada en 1998 e inaugurada el 25 de setiembre de 2004. Se trata de la única cooperativa de viviendas por ayuda mutua instalada en un edificio que es patrimonio histórico, con el objetivo de recuperarlo y preservarlo”. (fig.2)

Como los habitantes señalan, COVICIVI II es el único caso en que una CVAM se desarrolla en un Monumento Histórico Nacional. Este hecho tuvo, al inicio del proceso y durante la obra, controversias y opositores. La resistencia fundamental se basaba en la desconfianza de dejar este patrimonio en las manos de personas sin experiencia en el terreno de la construcción y la restauración.

Para el Instituto HACER-DESUR, trabajar con el colectivo de vecinos los aspectos históricos de la finca y su entorno inmediato –aspectos físicos, urbanos, sociales- significó el primer paso de la capacitación. Los esfuerzos del equipo interdisciplinario estuvieron dirigidos en una primera instancia básica y fundamental, en alcanzar niveles de comprensión y valoración del espacio a reciclar, apostando no tanto a los aspectos estéticos, sino a las posibilidades de aprovechamiento espacial y material que supone trabajar en estructuras existentes consolidadas. Conforme avanzaron las obras al interior del conjunto, se fueron agregando nuevos elementos, nuevos aprendizajes de todo tipo, que posibilitaron profundizar en el conocimiento histórico y patrimonial del monumento y su contexto.

Al día de hoy, el aprendizaje obtenido por los cooperativistas de COVICIVI se evidencia en cada ocasión en que ellos abren sus espacios a los visitantes. Como habitantes de un sitio patrimonial, son plenamente conscientes del valor que implica para la sociedad y la responsabilidad inherente que a ellos les supone. De manera que las puertas de “sus casas” se abren a quien está dispuesto a interesarse por la historia y por los procesos de restauración. Un claro ejemplo de ello es la participación de la cooperativa cada año en los “Días del Patrimonio”, en el que se expone y se recibe a una cantidad enorme de ciudadanos, a quienes se les explica no sólo la historia del edificio sino también la historia a través de la cual hoy en día es posible que una CVAM dé vida a su interior.

Este hecho es la constatación no sólo de las capacidades adquiridas para la gestión posterior de las fincas y su entorno urbano en cuanto al reconocimiento de los valores arquitectónicos y sociales, sino además de una profunda convicción y sentido de apropiación de un espacio vital para ellos como es su vivienda y su barrio y para el colectivo social en su conjunto.

LA CAPACITACIÓN EN AUTOCONSTRUCCIÓN Y EN AUTOGESTIÓN.

“(…) diferenciar la autogestión de la autoconstrucción (…). La autogestión en cuanto implica mecanismos de control del rendimiento del trabajo, optimización de la administración de la obra, toma de decisiones que hagan a un continuo mejoramiento del proyecto y formación y progreso en el área social de los integrantes de la cooperativa, se convierte en el aspecto fundamental. La autoconstrucción debe pasar previamente por una valoración objetiva del grupo humano en la cual se definan claramente los objetivos a cumplir y se arbitren los medios para encarar mediante contrataciones u otros procedimientos alternativos aquellas tareas que no sean rentables o positivas para el grupo humano” (fig. 3)

El trabajo en obra por parte de los grupos cooperativos por ayuda mutua supone siempre un desafío en términos de capacitación. Esto se debe a que los conocimientos previos en construcción generalmente son escasos. El reto en esta experiencia piloto (en las tareas de pre-obra y obra), tanto para el IAT como para el colectivo de vecinos, consistió en abordar una obra de alta complejidad tanto en los aspectos constructivos como en los requerimientos de seguridad.

La capacitación en términos de construcción abre todo un abanico de situaciones nuevas ligadas a la recuperación de elementos propios de la finca existente con un alto valor histórico y patrimonial. Así, los habitantes devienen en habitantes-restauradores en la medida en que aprenden y transfieren la realización de labores de recuperación edilicia. Con el asesoramiento del IAT y de universitarios provenientes del campo de la arqueología -y de acuerdo al grado de conservación estipulado para el edificio a rehabilitar- se realiza la recuperación y restauración de aquellos elementos que no sólo poseían valor patrimonial en sí mismos sino que además poseían el potencial de ser recuperados y reutilizados. La capacitación, va entonces directamente relacionada a la autogestión de este proyecto en forma organizada, lo que les ha permitido a partir del reconocimiento y valoración de soluciones constructivas apropiadas, apropiarse del proceso de producción total, obteniendo calidad y bajo costo.

EL ROL DE LOS TECNICOS Y EL PROYECTO ARQUITECTONICO

La toma de partido supuso la consideración de una serie de condicionantes impuestas por un lado por la Comisión de Patrimonio Artístico y Cultural de la Nación y por otro por las características particulares del “modo de producción “ del sistema cooperativo.

La actitud proyectual entonces debió considerar la existencia de distintos “momentos” del proyecto que fueron tenidos en cuenta tanto en su valor patrimonial como en sus potencialidades de aprovechamiento en el marco de un programa habitacional con servicios asociados así como la implantación y el potente rol del conjunto como conformador urbano en el centro histórico.

El volumen de la esquina o “Casa de Lecocq” propiamente dicha, ejemplo del “tipo” residencial característico del período colonial ( 1805-10), presentaba un avanzado deterioro al inicio de los trabajos, aunque conservando íntegramente sus cualidades espaciales tanto interiores como exteriores. El edifico fue objeto de una cuidadosa intervención mediante la restauración de la fachada original y el mantenimiento de las proporciones del patio central, aunque con una nueva organización de vanos del mismo, fruto de la necesaria subdivisión en vertical que permitiera el aumento de unidades habitacionales.

En el lote siguiente se toman dos decisiones importantes en el desarrollo del proyecto. Por un lado se decide, con el acuerdo de la cooperativa, destinar un volumen existente que data de 1795 (conformado en base a muros portantes de piedra de un espesor cercano a 1 mt. y entrepiso y cubierta en base a estructura de troncos de palmera), para la instalación de una “escuela taller” o servicio barrial. Este edificio constituye un ejemplo casi único de este período de la arquitectura civil de la colonia, tanto por su tipología como por su tecnología constructiva. Se restaura parcialmente (fachadas y cubierta ya que los fondos de que dispone la cooperativa deben ser destinados a las viviendas) y se lo integra al espacio y servicios comunes y al barrio mediante la rehabilitación del acceso original hacia la calle Juan Carlos Gómez.

La otra decisión que se adopta es la demolición de un volumen interior a este lote, cuyo estado de conservación era muy crítico y a su vez su valor patrimonial no ameritaba su salvataje. Este espacio se aprovecha para insertar en el proyecto un volumen de cuatro niveles, donde se desarrollan viviendas de nueva planta.

El resultado es una composición en base a la combinación de reciclaje, restauración y obra nueva, organizados en base a su implantación original y al desarrollo de un sistema de espacios colectivos que los vinculan. (fig.4, 5).

Completan el conjunto, un salón comunal en la planta baja hacia el patio central y dos locales comerciales con acceso directo e independiente desde la calle, que resuelven el vínculo entre el proyecto y la plaza pública a la que enfrenta.

El programa residencial consta de 19 viviendas en total, de las cuales 8 son de nueva planta y 11 fruto de reciclaje.

LA PUESTA EN MARCHA DE SERVICIOS ABIERTOS AL BARRIO Y LA GESTIÓN DE UN PROCESO DE ESCALA BARRIAL

La gestión del patrimonio por parte de los cooperativistas posee, además, una dimensión de orden inmaterial. Esta tiene que ver directamente con la puesta en valor del entorno inmediato, el barrio y sus dinámicas de desarrollo y difusión.

Desde los inicios del emprendimiento, los vecinos manifestaron su intención de aportar al barrio espacios en los que se ofrecieran servicios tales como una guardería, centro de salud y espacios para el deporte. En este sentido, se gestionó con los organismos correspondientes la solicitud de uso de las Bóvedas ubicadas frente a las fincas. Estas Bóvedas que conformaron parte de la muralla de la ciudad histórica, estaban al momento de la restauración, en condiciones de abandono y degradación. Los cooperativistas de COVICIVI asumieron la responsabilidad de limpiar, consolidar y rehabilitar estos espacios para uso del barrio en forma de espacio cultural. En la actualidad, son ellos quienes los gestionan, organizando eventos y actividades culturales (fig.7).
Asimismo, los vecinos de COVICIVI conformaron el primer Consejo Vecinal de la ciudad.

Con el tiempo, algunas de las iniciativas que en los primeros años se prefiguraban como muy ambiciosas, se han ido consolidando en instancias concretas. Así, una de las CV toma actualmente el relevo del CAIF Los Pitufos en el entorno próximo a las viviendas. Se suma a este ejemplo de aporte al barrio la gestión de una Cooperativa de Turismo Comunitario.

De las experiencias rescatadas mediante los relatos de los cooperativistas y con el edificio restaurado a la vista, queda claro que la producción de vivienda social por el sistema de autoconstrucción en esta experiencia piloto de rehabilitación ha sido de inestimable aporte pues se constituye en la apropiación del bien patrimonial y sus contenidos a través de la Rehabilitación Física y Social.

En el Programa “Las Bovedas”, las Cooperatvas COVICIVI I y COVICIVI II fueron asesoradas por el Instituto Técnico Interdisciplinario “HACER-DESUR”

El valor total que supone la conformación y construcción de la cooperativa es financiado en un 85% a través de un préstamo por el Estado. El 15 % restante corresponde a los usuarios.

Habiéndose desarmado con anterioridad el Fondo Nacional de Vivienda que estabilizaba las realizaciones en vivienda.
Concepto de Cultura sugerido por García Canclini (1986) “(…)cuando se pretende el análisis de un producto cultural…, en una sociedad estratificada en clases no es posible hablar de la cultura como un elemento hegemónico y único para toda la sociedad, es preciso entonces advertir la existencia por un lado de una cultura hegemónica o dominante y por otro lado la existencia de una cultura popular o subalterna”

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