martes, 3 de febrero de 2015
CUENTO: LA PROFESIA MAYA
LA PROFESIA MAYA
Por el golpe, pierdo el equilibrio, mi cuerpo pasa por encima de la baranda y caigo hacia la pista de cabeza, en una eternidad observo la mirada atónita de los chóferes que viéndome caer de una gran altura, han frenado bruscamente para que no golpear mi cuerpo que va cayendo. Un auto blanco al no poder detenerse por la velocidad viene hacia mi, el impacto es inminente, mientras me voy acercando rápidamente hacia el. Siento un dolor fuertisimo, algo explota dentro de mi y luego, el silencio.
Me voy alejando de mi cuerpo, el alineamiento de los planetas que los Mayas vaticinaron y que hoy se acabaría el mundo, no era un cuento, al menos para mi.
Abro los ojos. Observo el techo de mi dormitorio, las paredes de mi cuarto, el vidrio de las ventanas y hoy, que se supone que iba a ser el fin del mundo según los Mayas, todo sigue igual. Mientras me voy despertando de a pocos, pienso que solo fue una profesia mas, y no hay porque asustarse.
Cuando de pronto, siento un fuerte tirón en los nervios en mi brazo derecho, el dolor es fuertísimo, tanto, que hace que se contraiga todo mi cuerpo. Me siento al borde de mi cama, el dolor desaparece, busco mis pantuflas, mientras me agacho, el dolor vuelve a atacar, esta vez con mas fuerza, quedo con el cuerpo doblado. El dolor hace que todos los músculos se endurezcan. Trato de relajarme un poco. Espero que pase pronto, pero sigue. Mi dormitorio desaparece de mi vista, el dolor invade el espacio y lo nubla todo.
Es el mismo dolor que sentí hace veinte años cuando me cayó ese ladrillo en la cabeza. Me doy cuenta que se encontraba agazapado dentro de mi, esperando otra oportunidad.
Hoy ha vuelto, y con fuerza, justo en el día de la profecía Maya. No me provoca ir hoy a trabajar en este estado, ya cumplí con la ministra entregándole el proyecto de cocinas mejoradas para sus escuelas rurales. Prendo la televisión, a ver si se menciona como solución para Kali Warma y veo en el canal del Estado a Humala hablando de mi proyecto, la felicidad me invado por un momento, aunque nadie me vea, me siento importante. No por algo pasé muchos días trabajando este proyecto. Me toca un merecido descanso me digo, y me echo de nuevo en la cama..
Voy cambiando los canales mientras el dolor aparece y desaparece. Me acuerdo que tengo un compromiso con mi ex universidad sobre un proyecto de investigación. Me ducho y me visto lentamente, salgo a la calle para tomar un micro para poder terminar el libro de Umberto Eco en el trayecto por la Benavides, felizmente aparece uno semivacío, estoy con suerte, así puedo leer mientras llego a la mi universidad. Abro el libro donde lo había dejado el día anterior y leo una cita de Ricardo III:
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No puedo seguir leyendo, cierro el pequeño libro de Eco, el dolor regresa más fuerte y lo hace caer al sucio piso del micro, lo dejo ahi, tengo miedo agacharme, pienso que me puedo quedar encorvado. Felizmente hay mucho trafico en esta parte de la Benavides y el microbús se ha detenido. Pasa el dolor, veo por la ventana que hay una farmacia al otro lado de la avenida. Recojo el libro, le pago al cobrador que me mira con cara de sorprendido, pensando seguro que había fumado. Bajo casi a la volada, cruzo la doble pista me meto a la farmacia y compro unas pastillas para el dolor. Subo al siguiente micro, el dolor ha desaparecido, vuelvo a abrir el libro y continúo leyendo:
Detengo la lectura, el dolor ha vuelto, no me deja, no puedo seguir leyendo, solo espero llegar a la Universidad. Al fin estoy cerca, bajo de nuevo antes del paradero donde se encuentra, a ver si caminando pasa este dolor de mierda. mientras llego a la facultad de arquitectura. Ya dentro de la universidad encuentro al colega que me esperaba, le dejo mis investigaciones sobre viviendas para el frío, y me comenta que puedo contar con su apoyo.
Salgo del campus, es medio día, el sol no aparece aun, hay un gris raro en el ambiente recibiendo el verano, Hoy es la Fiesta del Sol de los romanos y la última luna llena del año y el día de la Profesia Maya aquí todo sigue igual. - pienso mientras veo mi trasporte llegar-. Subo, otra vez por suerte esta vacío. Escojo un buen asiento, mientras por los parlantes suena Madonna con su voz ronca y chillona, gracias a la alta tecnología de los parlantes de los micros Orión. Ya acomodado, abro mi pequeña mochila, saco el libro cuidadosamente para continuar con Umberto Eco y leo:
…pues yo, no hallo otro gusto para matar el tiempo, que espiar mi sombra dibujada al sol mientras sobre mi deformidad voy discurriendo; y puesto que no puedo probarme como amante, he determinado probarme como villano.
Ya estoy cerca a mi casa, el micro avanza lentamente y aprovecho para bajar unas cuadras antes del puente del Zanjon con Benavides. Voy caminando entre la muchedumbre que a esta hora sale a alorzar, me detengo, la luz esta en rojo, espero junto a ellos que cambie, mientras se escucha los gritos de los cobradores, de los micros que detenidos tratan de meter a ls gente como sea.
Cambia la luz, atravieso la pista, mientras voy cruzando el puente el dolor vuelve con mucha intensidad, me detengo, me encorvo por las fuertes punzadas, me resisto, mi cuerpo se tenza por el dolor, me enderezo, me vuelvo a encorvar, el dolor desaparece un poco, para luego regresa con mas fuerza. No puedo más, me inclino hacia la baranda que da hacia el vacio, me apoyo en ella, observo el lento recorrido de una larga fila de autos desfilando lentamente. Comienzo a relajarme, los músculos se sueltan, siento un suave alivio, y en ese preciso instante que tengo una sensación de libertad veo la luz del sol que aparece entre la neblina, y comienzo a caminar de nuevo, cuando ya estoy por terminar de cruzar el puente, un fuerte empujón por la espalda me hace trastabillar. Un muchacho que venia atravesando el puente en patines, se había estrellado contra mi.
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