domingo, 18 de junio de 2017

CON LOS ESTUPIDIZANTES CELULARES NI SUS HIJOS SE SALVAN Tempora mutantur, et mutamur in illis. “Los tiempos cambian y nosotros cambiamos en ellos”. Actualmente cuarenta años después de haber terminado mi carrera y con casi treinta de docente, observo que los cambios se suceden más de prisa en todo el orden de las cosas, si antes se caminaba a 70 pasos por minuto ahora lo hacemos a casi el doble de velocidad, igual sucede con la información y como procesamos las ideas. Si antes la educación era análoga ahora es digital y se confía a ciegas en el INTERNET sin cuestionamiento alguno. Yo escribo en Wikipedia y doy prueba de ello. (Artículos sobre “Torito de Pukara” y la “época de la Ilustración en el Perú”). Hace unos pocos años, cuando uno viajaba fuera del país o a algún pueblito lejano, y mandaba una carta o postal, esta llegaba una semana después. Al leerla, ese tiempo transcurrido no importaba, era el contacto con la persona a través de la lectura lo emocionante. Hoy eso se ha perdido. Vivimos en una época donde el celular a reemplazado a la persona, nos hemos vuelto seres humanos como decía Freud: “protéticos”, buscando siempre depender de una prótesis, como ahora del celular, con información que así como rápido viene, rápido se va, dejando al cerebro vacío. No nos basta con aceptar lo que la naturaleza nos dio, y tenemos que adaptarnos o “morimos en el intento”. La enseñanza debe ser en ese sentido un reto con metas bien claras, como la de demostrar a los estudiantes, que la revolución técnica y electrónica que empezó en los cincuenta, con padres pegándose como moscas a las dos teles (televisores y teléfonos) dejando a los hijos a un lado como hoy sucede con los estupidizantes celulares, -y ojo -, que no es más de lo mismo, sino más peligroso, ya que ahora ya forma parte de uno. A este paso pronto se nos implantara en el cuerpo. No solo debemos saber adaptarnos al cambio, sino trabajar en él, usando la tecnología, no que la tecnología nos use. Que lo que procesa la mente a través de una lectura en un libro, solo con el hecho de ir a buscarlo, abrirlo y leerlo, es una experiencia más rica y productiva que mover los deditos y entender que solo con la cultura nos diferenciamos los seres humanos espirituales, de ser simplemente bípedos (congresistas) buenos y malos detrás de lo material, y eso busco trasmitirle a mis estudiantes de arquitectura de la UPN en Comas. LUIS MIGUEL URBINA FERRANDIZ