Al mando de unos grandes botes de vela, la Kon Tiki fué navegando guiándose solo por el sol y dejandose llevar por las corrientes marinas y el eventual viento que soplaba hacia el oeste. El mar azul a la tripulación se les volvía interminable al no saber que había al otro lado del mundo.
Solo la confianza y el amor que le tenían a su dios-hombre Kon los impulsaba a continuar.
Después de casi treinta días de viaje, llegaron a una isla detrás del horizonte, que sus nativos llamaban Ombligo del Mundo o Te Henua
Era una gran isla desértica y habitada por unos hombres calatos. A diferencia de los Mochicas y los Incas, estos eran unos salvajes y al ser esta isla desértica e inhóspita, estos compadres se comían entre ellos. Como no podían avanzar más por lo cansados que estaban de tanto viajar se quedaron en la isla, a pesar de los peligros que sabían que habían que sortear.
Según lo que contaba mi abuelo que yo no lo creo, los Colorados Viracochas, eran no solo gente que traía conocimientos, y pacíficos, también sabían guerrear.
Habían llegado a nuestras tierras desde el norte y partiendo desde un lugar que ahora se llama México, y que hasta ahí habían llegado en unas grandes naves desde donde sale el Sol, el abuelo de Kon Tiki junto a otras oreja largas. A Kon ahí lo llamaban Keotzacoatl, o algo así.
- Bueno, como te seguía contando- me mira solemne, como si lo que me iba contando tenía un valor especial para el- ,Los orejas largas al no tener escapatoria en Te Henua, y agotados como estaban, decidieron quedarse en la esa isla, que ahora los chilenos hijos de puta se apoderaron de ella y la llamaron Isla de Pascua.
A los salvajes del lugar, a los que ellos llamaban orejas cortas, les hicieron esculpir grandes colosos de piedra, a quienes los llamaron Akus Akus, esto lo hicieron convirtiendo a estos, en pacíficos adoradores del Sol, igual que ellos.
- Se tomó una pausa, para ir al baño- la verdad que yo estaba impresionado con tremendo cuentazo que no me esperaba, hacia tantos años que no venía por acá, que ya me había olvidado de la magia de Chicama y de su gente-
Regresa del baño, no sin antes peñiscarle el poto a la Juanita, que se le había cruzado en el camino.
- Bueno, como te seguía contando- prosigue Kerimo, que así se llama este pescador colirojo- para poder cultivar tenían que limpiar la gran isla de piedras convirtiéndolas en grandes monumentos, y para esto tenían que usar a los salvajes orejas corta para que las pulieran y transportaran grandes distancias y así tenerlos ocupados, de esa manera los pendejos, le quitaban el apetito que le tenían a estos blanquitos orejones que habían llegado del mar ósea los Huiracochas,- que mientras tanto ellos iban preparando su viaje de regreso al Perú -, pensando que los Incas, ya habían abandonado la costa...
- Pero un día un oreja larga, que estaba a cargo de las canteras donde trabajaban las mujeres orejas cortas, comete un grave error. Se enamora de una de ellas, llamada Moko Pingei, y se la lleva a vivir con ellos...
-El sitio era una fortaleza que habían construido en la parte de la isla pegada a un arrecife, y se habían ido a vivir ahí para protegerse de posibles ataques de algunos rebeldes, que quedaban aun por la isla...
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