martes, 6 de septiembre de 2011

historias magicasCAPITULO 6

CAPITULO SEIS


Un día mientras Pea caminaba lejos de su cueva, fué atacada por un oreja corta con intenciones de comérsela, al ver sus intenciones comenzó a correr entre las piedras cuesta abajo, su vida ya no solo dependía si se libraba del ataque del caníbal, también podía precipitarse al vacío, por lo que comenzó a gritar el nombre de Ororoira, al verse en ese peligro…
- que difícil debe ser gritar ese nombre mientras uno va corriendo- lo interrumpí en su relato, y por el gesto que puso su cara tan marcada por el sol, parece que no le gustó, así que aproveché para ir a mear un rato, hasta que se le pasara.
En vez de ir al baño fuí hacia la parte exterior de la casa que daba hacia el mar, el espectáculo que vi esa noche fue maravilloso, la luna estaba como inmóvil en un cielo nocturno iluminado totalmente por su luz plateada, a la vez que reflejaba su brillo que venia hacia mi sobre un mar de azulmente profundo y sobre el cual unas larguísimas y ordenadas olas iban dejando sus estelas blancas en un ir y devenir constante. Me quedé tan extasiado con lo que ví, que casi me orino sobre los pantalones, - felizmente corregí la puntería y apunté hacia la pared-.
Se sentía tanto en la atmósfera el poder de embrujo que tiene la Luna sobre la noche, que hasta las sombras proyectadas por su luz tenían su propio brillo. Era muy extraña la sensación en el ambiente, era como si todo le perteneciera a esa gran esfera.
Mientras volvía al salón, dejando el sonido de las olas a mis espaldas, un grito fuerte y agudo interrumpió el sonido interior de felicidad en que me hallaba, era un sonido fuere y constante que provenía desde donde termina el pueblo y comienza el desierto. Sentí miedo y entré rápidamente a la casa y me senté, mi amigo se había parado y estaba conversando con la chiquilla, tomé un trago, prendí un cigarrillo y esperé.
- Tá buenaza la chicoca, me dijo con su cara doblada por la droga- yo creo que le voy a dar vuelta de nuevo- diciendo esto la señaló con el vaso en alto, como haciéndole el gesto de salud - pero esta vez sin sanpedro, -continuó- porque esa vez estaba tan volado que a veces pasaba de verle la cara de chelita a la fea cara de su padre, el Hombre , y se me moría la cuestión del susto, así que esta vez solo con trago- y se cagó de la risa
- Ya cuenta y deja de hablarme de tus cosas - le contesté picón, porque a mi también me gustaba la chiquilla- y quería saber donde entraba en la historia, la gringa que acababa de asustarme afuera de la casa con su aullido.
- En que me quedé?, ya me acordé –se preguntó y contestó solito- Como el hombre corría mas rápido y emocionado por las carnes de Pea, -al fin recomenzó la historia- comenzó a alcanzarla gracias a lo empinado que era el cerro por donde esta huía, y que el conocía muy bien, ya que estaba habituado a ese camino. Comenzó a acercarse poco a poco, y cuando y se encontraba solo a pocos metros, una lanza atravesó su desnudo cuerpo sucio y se desplomó.
Luego de lo sucedido deciden planear huir como sea de la isla, y regresar por el mar, en dirección hacia donde sale el Sol, donde vivían los buenos Moches. Sabían que no era una chamba fácil, porque tendrían que hacerlo en contra de las corrientes marinas que los había traído a esta isla tan fácilmente, pero podrían salvarse, y era al único lugar donde podían ir. Al Oeste era imposible escapar, ya que eran islas habitadas por caníbales muy salvajes.
Poco a poco fueron construyendo sigilosamente una balsa, ya que las grandes habían sido algunas quemadas y en otras algunos nativos las habían hecho naufragar, al haber tratado de navegar, desarmándose en el agua y ahogándose estas bestias que no se habían dado cuenta que aun no estaban terminadas.
Turnándose la pareja, se dirigía cada uno en las noches hacia un recodo de una playa rodeada de grandes rocas, lo hacían silenciosamente y a escondidas, aprovechando los momentos de descuido de los orejas cortas o estaban dormidos, y si un pequeño ruido los despertaban, sabían que terminarían después de haber sido tragados, como un montón de caca detrás de alguna piedra usada como baño por estos caníbales.

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