domingo, 24 de junio de 2012

cuento: ese muerto no es mio

ESTE MUERTO NO ES MIO




Quizás esta sea la última vez que les escriba, y para cuando lean este correo yo me encuentre encerrado en un sucio calabozo.

Son las 6:a.m, y tengo un hombre muerto tirado sobre mi sofá verde, todo manchado de sangre, Dentro de un momento va a llegar la policía, y no creo que piensen que soy inocente.

No han transcurrido ni 6 horas desde que llegué a San Bartolo en el ultimo micro como único pasajero. Sabiendo por lo tarde que era y que todas las bodegas iban a estar cerradas, bajé en un paradero cercano al barrio de San José, cosa que nunca hago, ya siempre bajo antes para hacer algunas compras antes de llegar a casa.

Las calles a esa hora estaban estaban desiertas, solo se escuchaba un ladrido a lo lejos. Ni bien avancé un par de cuadras, cuando sentí que alguien me seguía, voltee para mirar, y logré ver que a mas o menos a cien metros un hombre alto y flaco me hacia señas para que me detuviera. Le hago caso y me detengo. El se acerca y a pesar de su apariencia de abandono lo reconozco, era un ex compañero de colegio que no veía desde la vez que nos robamos con un amigo llamado Charly, un auto MG convertible rojo. Como era la época de la fiesta de La Vendimia en Ica, no se nos ocurrió mejor idea de llegar en un convertible. Esa vez por mala suerte terminamos en un calabozo, no por el carro, sino por zamparnos a una fiesta en el Hotel Mosone de Huacachina, en el que para mala suerte se encontraba Artola, ministro que habia metido preso al padre de mi amigo, un ex ministro de Belaunde.

Bueno, como les seguía diciendo, me encuentro con este amigo, y después de meterme un cuento, me confiesa que no tenia donde pasar la noche. Por la cara de pastelero que tenia, dudé al comienzo, pero como lo conocía desde el colegio, acepté que me acompañara.

Ni bien entramos a mi departamento, comenzó a observar desde la terraza a ver si alguien nos habia seguido, yo le dije que no se preocupara que a esa hora de la noche la poca gente que vivía en este lado del balneario ya dormía.

Le pregunté porque estaba tan paranoico, y me confesó que se habia escapado hace unos días de la cárcel de Cañete, cuando me dijo eso le dije que ni bien amaneciera se fuera, cosa que aceptó. Como solo tenía un poco de pisco, se lo ofrecí y lo tomó como si fuera agua. En ese momento yo estaba de espaldas acomodando mis cosas, cuando escucho el golpe del poto de la botella sobre la mesa y volteo. La expresión que tenía su cara me asustó. Primera vez que presentí que alguien frente a mi me iba a matar, me hice el loco, como si no me hubiera dado cuenta del cambio en su mirada.

Me pidió mas trago, yo hice como que iba a buscarlo adentro del departamento, lo que aproveché para encerrarme en mi dormitorio. Yo sabia que como era viernes, estaba solo en el condominio, porque todos llegan recién los sábados, el no lo sabía eso, por lo que no podía hacer mucha bulla. Solo quedaba esperar encerrado, en ese momento no me importaba que me robara todo lo que quisiera, lo importante era seguir viviendo. No pasaron ni unos minutos cuando empezó a llamarme, cuando le iba a contestar que ya salía, escucho junto al sonido del mar y de su voz, el ruido de una moto que se acercaba, hasta detenerse frente a mi edificio.

Una voz conocida comenzó a llamarme desde debajo de mi casa, era mi amigo al que le decíamos culón. Después calló y esta vez escuche a mi amigo Juan que le decía algo desde mi terraza que no entendí.

De pronto sentí que apagó el motor, y me preocupé porque sabia que corría peligro. Salí hacia la terraza y me asomé a la baranda para avisarle que se vaya, justo en el momento que veía como Juan le reventaba la cabeza con una piedra.

Bajé corriendo y mi amigo estaba con el cuerpo convulsionándose sobre el piso inundado de sangre, mientras que el flaco miraba inmóvil el cuerpo aun con vida con expresión de idiota, -la cagué, puta madre, la cague- gritaba como un loco agarrándose la cabeza. - no se que me pasó- volvía a gritar y a agarrarme los hombros fuertemente.

Cuando veo que abre los ojos mi amigo el culón y me mira como pidiendo que lo salve - le digo que aguante, que voy a llamar a una ambulancia, que resista, que no se abandone. Mientras que el flaco me gritaba - hay que subirlo, hay que subirlo-. Quédate acá, no te muevas, -le dije- voy a subir a llamar de mi celular a emergencia, mientras le doy una mirada con esperanza a mi amigo que se aferraba a la vida.

Subo rápidamente las escaleras hasta el cuarto piso donde vivo, agarro el celular y me doy cuenta que no tenia saldo, bajo corriendo de nuevo y me tropiezo con el flaco que subía arrastrando el cuerpo ya sin vida de mi amigo.

No sabia que hacer, si ayudarlo a subirlo por la escalera o empujarlos hacia abajo a los dos para que no metiera el cuerpo a mi casa y me comprometiera mas, al final lo subimos y lo pusimos sobre el sofá, (cuarto gran error), ni bien lo acomodamos, el flaco bajó corriendo, se subió a la moto y se fue.

Han pasado unas horas, ya por fin está amaneciendo, me encuentro sentado frente a mi vieja laptop terminando de escribir este ultimo correo, con el mar azul frente a mi, en un día que promete va a ser muy soleado y con el cielo despejado.

Las gaviotas pasan frente a mi terraza, escucho el sonido de la sirena, la policía se acerca.

Cuando estén frente a mi lo único que puedo decirles es: este muerto no es mío.



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