domingo, 24 de junio de 2012

cuento : la vecina

LA VECINA


Mientras recorro con este auto alquilado por la desierta carretera de trocha, de lo que fue la antigua Panamericana, con la idea de llegar hasta Asia, -y que segun me informaron fue borrada del mapa- voy dejando atrás con sus recuerdos, cada playa donde alguna vez estuve.

Lo que se observa aquí en el sur de Lima, después de haber transcurrido varios años de la tragedia que ocurrió en toda esta gran area, es desolador. De los bellos balnearios que conocía, solo quedan escombros. Ahora solo se ve a través del vidrio del automóvil casas derruidas, paredes colapsadas, restos de 4x4 sobre monticulos de arena acumulada y a los que el mar sigue golpeando como participe inocente de aquella gran desgracia que ocasionó el día 12 del mes 12 del año 2012, a las doce horas. Cuando de un solo golpe de maretazo, un Tsunami destruyó toda esa vanidad de estas playas del sur. Ese día con algunos amigos nos fuimos a Marcahuasi a ver como los planetas se alineaban. Una amiga que invitamos a que se alejara del mar no nos creyó, y volvió justo ese día al sur, , a arreglar la casa para el verano, meses después de una tragedia vivida con su marido y el mar sin compasión se la llevó…, -quizás fue como castigó por un libro que nunca me devolvió-.

De su marido casi nadie se acuerda, pero como olvidarse de ella, con su cuerpo frágil que se asomaba cada mañana a su terraza, vestida con un pijama arrugado, su cabello despeinado que le tapaba media cara, y que no lograban ocultar sus ojos picaros color del mar que tenia al frente.

Ellos vivían felices en el sur de Lima, con dos hermosas hijas, hasta que el tuvo que aceptó un trabajo al norte de Lima. Al comienzo, el regresaba cada fin de semana a su casa, a medida que el trabajo aumentaba y las semanas pasaban, comenzó a ausentarse con mas frecuencia, debido al trafico de fin de semana de verano, que era cuando el volvía de su trabajo.

Una noche, el llegó con sus tragos encima y sin avisar como lo hacia habitualmente y no encontró a nadie. Su mujer y sus dos hijas agobiadas por el calor, habían salido un momento antes a dar una vuelta por el malecón. El, al estar solo en casa, se acercó al bar para tomare un trago, topándose con el celular de su mujer, lo prendió y observó que el nombre de un hombre se repetía muchas veces, y la ultima llamada habia sido media hora antes. Esperó impaciente a que regresara, mientras iba tomando gran cantidad de Pisco. Al ver a su mujer entrar a su casa junto a sus hijas, le levantó la voz insultándola sin darle tiempo a nada. Las hijas, con poco mas de quince años reaccionaron defendiendo a su madre, gritándoles las peores palabras que un padre podría escuchar, golpeándolo en sus brazos para impedir que la siga jaloneando.

Al separarse, la mujer sangraba por la nariz, y no entendía nada, el sacó de su bolsillo el celular de ella y le mostró el nombre que se repetía varias veces, ella le respondió si estaba loco, que estaba en un gran error, a lo que el le respondió con una cachetada que le cayó de lleno en su cara con sangre y llena de lagrimas de dolor al observar a su amado esposo en ese estado. El salió a la terraza mientras iba insultándola como un loco, aventó el celular hacia el mar, mientras que les gritaba que abandonaran la casa, y que tenían solo cinco minutos para hacerlo.

Ellas tomaron sus cosas y salieron, bajaron silenciosamente las gradas del edificio ante la curiosa mirada de los vecinos. Se metieron a su pequeño carro, prendieron el motor y se fueron.

Desde la terraza, el observaba como las luces del autito que las llevaba, iba cortando la oscuridad de la bahía, cuando estaba a punto de desaparecer de su vista, ingresó a su casa. Pocos minutos después un disparo interrumpió el sonido del mar en esa extraña noche. Cuando ingresaron los vecinos a la casa, un hilo de sangre corría por la sala desde el cuarto, entraron, y ahí yacía el cuerpo de mi amigo con un balazo en la cien. Balazo que le impidió enterarse que el nombre que figuraba en el celular, era del amiguito de su hija, que llamaba para que lo guiaran como llegar hasta la casa.

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