lunes, 29 de agosto de 2011

historias magicas,

Capitulo 4


Este sitio se llamaba Poike, a un lado de la fortaleza quedaba un acantilado y por el otro lo habían rodeado de una trinchera llena de vegetación, para impedir el paso de los nativos de la isla, si en caso estos decidieran atacarlos. Y si por ultimo ya no tenían escapatoria, Kon les había aconsejado que era preferible morir quemados que comidos vivos.

Con el tiempo, los orejas cortas dominados y que trabajaban para ellos se dieron cuenta que no eran unos dioses como los habían hecho creer, al haberse enamorado uno de ellos de una de sus mujeres.

Un día, cansados de tanto chambear, moldear, pulir y transportar grandes distancias los “gigantes de piedra”, y que luego encima los obligababan a pararlos al otro lado de la isla, los orejas cortas deciden rebelarse. Con la ayuda de la Moko planean un ataque, y le dan el encargopara ella les avisara cuando y por donde entrar. Hasta que ese día llegó, fue el dia que los orejas largas celebraron la llegada del solsticio de invierno, y lo hicieron bebiéndose el poco de chicha que les quedaba, y que habían traído del reino mágico del otro lado de los mares, y que habian dejado por culpa de los indios que bajaron de los cerros. Para mala suerte de ellos esa noche no estaba la Luna presente, por lo que la mujer se dio cuenta que era ese el momento adecuado para avisar a su gente.

Salió sigilosamente cuando todos dormían y fue hasta donde los miembros de su tribu acampaban vigilados solo por un oreja larga, llego muy despacito ocultandose entre el poco arbusto que habia cerca y el hombre que descansaba sentado apoyado en  un arbol, (que era de los pocos que quedaba en la isla), se acercó por atraz y lo atacó rompiendole la cabeza con una piedra, cuando se dió cuenta que estaba muerto y que no era un Dios, se acercó a  las chozas donde dormían los orejas cortas y los despertó.- Ese lugar, segun mi abuelo quedaba junto a un lago del que todavía dicen, queda un poco de agua - diciendo esto, mi amigo se da una pausa, y vuelve a ir al baño, dejandome con la curiosidad de como se sabía de memoria toda esta historia, que habia sucedido hace tantos siglos.

Kerimo, - pide un par de chelas mas, y yo pasado de vueltas escuchando a este compadre que estaba en una loraza, seguro que por eso entraba tanto al baño-

Uno a uno, - continua, no sin antes beber un trago largo de cerveza- fueron rodeando la fortaleza hasta llegar al acantilado, después de un tiempo acordado comienza otro grupo de orejas cortas, estos eran bastantes y lo hacían gritando como unos locos, y lo hacían por el lugar donde estaba la trinchera con bastante vegetación.
Los orejas largas asustados y por la sorpresa, para protegerse prenden fuego a la gigantesca maleza que habían puesto para que no pudieran ingresar, en ese instante salen de sus escondrijos por atraz, los orejas cortas que se habían infiltrado por el acantilado y luego de una tenaz resistencia son acorralados por estos y empujados hacia el fuego donde murieron quemados. Así calcinados se los fueron comiendo uno por uno, en un banquete que duró varios días.

Todo lo que habían construido dentro de su fortaleza fue destruido, inclusive quisieron derribar a los colosos de piedra, porqué se le parecían a los orejas largas, inclusive hasta tenían unas piedras de color rojo en sus cabeza y les habían puesto ojos azules, con unas conchas marinas blancas como ostiones y unas piedras de ese color, como las del Señor de Sipán.

Después de eso, y cuando no quedaba rastros de ellos, - solo conservaron sus grandes botes que ya estaban casi listos para partir-, todo volvió a la época salvaje como antes de la llegada de los Viracochas, comenzaron las luchas entre ellos, agotando lo poco que se había cultivado, hasta que un día descubrieron a un colorao oculto dentro de una gruta…

No hay comentarios:

Publicar un comentario