domingo, 28 de agosto de 2016

EL FUTURO DE LAS CIUDADES Y CENTROS HISTORICOS Perspectivas de futuro y algunas consideraciones sobre el desarrollo y la gestión de las ciudades/centros históricos Sylvio Mutal La conservación de muchas ciudades históricas a través del tiempo se debe en gran parte a la casualidad hasta que, más recientemente, se han ido introduciendo programas de preservación y desarrollo. En el futuro, sin embargo, la conservación de estas ciudades será el resultado de una voluntad deliberada de conservarlas, especialmente en el caso de los centros históricos de las grandes áreas metropolitanas. En los albores de este nuevo siglo, los habitantes de América Latina como sus dirigentes están llamados a ser dueños de las decisiones, junto con los profesionales, para velar por el desarrollo sostenible y la conservación de sus ciudades en general y de sus centros históricos en panicular. A mi modo de ver, en el futuro más inmediato, el enfoque para estas decisiones deberá ser bastante pragmático. La rehabilitación de las ciudades históricas permite dar al entorno urbano una dimensión más humana y habitable, por lo que cualquier intervención en este medio no debe limitarse a remozar en mayor o menor profundidad, sino que debe extenderse a una mejora gradual de los aspectos humanos, económicos culturales de acuerdo a su pertinencia técnica. Así pues, de ahora en adelante la ciudad histórica ya no podrá ser considerada como un escaparate urbano para estructuras arquitectónicas del pasado. Las nuevas formas. La arquitectura moderna, pueden integrarse en ellas perfectamente en forma de nuevos edificios inscritos en marcos antiguos, del mismo modo que las renovaciones parciales con base en nuevos elementos. Lo antiguo y lo nuevo formarán así una nueva composición armoniosa de arquitecturas complementarias, revitalizando el patrimonio cultural. Debemos evitar que el patrimonio arquitectónico existente asfixie nuestro futuro. Desde luego, la preservación de un buen edificio es preferible a su demolición y sustitución por lo mediocre. Dar nuevos usos a antiguos edificios mediante la introducción de nuevas formas y diseños arquitectónicos, y siempre y cuando esos nuevos usos se adapten al espacio físico, puede constituir un elemento capital para el futuro de las ciudades históricas. La preservación de un edificio no debería hacerse al precio de reprimir la innovación, sino que este tipo de intervenciones puede infundir un nuevo aliento al patrimonio arquitectónico. En el futuro no caben las ciudades-museo. Del mismo modo, en adelante se deberá optar por mantener a los residentes del centro en su entorno, objetivo básico para toda planificación social que pretenda ser sostenible a medio y largo plazo. Esto significa que toda política de vivienda que pretenda fomentar la elección del centro como lugar de residencia debe estar apoyada por medidas que mejoren la calidad del aire, la seguridad en las calles, el acceso a la educación y la movilidad dentro de la ciudad, junto con acciones de conservación del patrimonio edificado. La vivienda debería ser considerada como un factor clave en la regeneración urbana, junto con la mejora de las condiciones de la actividad económica. En lo que respecta a la vivienda de iniciativa pública, deberían ser cooperativas de vivienda auto gestionadas las que se encargaran de su construcción, coordinadas por las autoridades locales, y financiadas con capital público y privado. Es necesario igualmente todo este proceso de incremento en cantidad y calidad del patrimonio urbano destinado a vivienda.

miércoles, 27 de julio de 2016

CUENTO: EL FLORIPONDIO Y JIM MORRISON

EL FLORIPONDIO Y JIM MORRISON Un ligero temblor recorrió su esquelético cuerpo, esa fria noche de octubre de 1972. Tocaban los Telegraph en el Galaxy, momento perfecto para probar el ansiado floripondio y reunirse con su ídolo Jim Morrison, muerto un año antes . Era como si se hubieran conjurado los planetas ese día para que Esteban gire en el infinito con ellos. No solo se iba a inmolar el, sino también lo acompañarían en su vuelo al mas allá, el Chuncho, el Gringo Banquero y la gringa Rosmary, con la que pensaban tener su ultimo polvo. Mientras se metía dentro de sus apretados jeans blancos con gruesas rayas azules y su camisa de flores, venia a su mente el chato Santiago, aparecido muerto una semana antes en la curva de Atocongo mientras tiraba dedo rumbo al festival de Contacta en el Cuzco. Pensar que fue el de la idea de probar floripondio pero en Urubamba. Esta noche lo volvería ver si todo sale bien y las flores funcionan- pensó- mientras se amarraba su corta cola contemplando su flaco cuerpo vestido de rayas y flores. Llego la esperada noche. Las flores recién cortadas las tenia Benito en su maletera. Llegó puntualmente a la Huaca Juliana, lugar de encuentro. Junto a ellos estaba Lalo que vivía cerca y era el que herviría las flores. Ya dentro de su casa, pusieron las flores en una vieja olla con agua, cuando el espeso liquido con las flores disueltas ya estaba listo, lo vaciaron en dos botellas vacías de pisco y se dirigieron al concierto, no sin antes darles su ultimo y solemne adiós a Lalo. Llegaron al club y se zamparon como siempre mientras la gringa distraía con sus encantos a unos despistados porteros. Open de door, thanfing going, sonaba una tras otra, ultimas canciones que escucharían antes de probar el venenoso liquido que aguardaba por ellos en el viejo opel Kadet, mal estacionado en el Bar B.Q, a unas cuadras de ahí. Termino el concierto, salieron. Llegaron al estacionamiento. Benito arranco su destartalado carro. Destaparon las botellas con el espeso liquido verde. Uno por uno fueron pasándose la botella después de tomar un largo y amargo trago. El destino era el bosque de Pachacamac, lugar donde tantos vuelos de ácido hicieron en sus cortos años. El auto salio hacia la vieja carretera por la avenida República de Panamá, mientras el carro ya cruzaba Chorrillos y al ver que la amarga bebida no surtía el efecto esperado, decidieron fumarse un troncho colombiano Ni bien terminaban de dar sus ultimas pitadas, Benito detuvo el humeante auto por un semáforo en rojo. Esteban volteo a ver el carro del costado y se asustó. Un monstruo verde lo miraba a través de unos flameantes ojos rojos. Era tal la expresión del flaco que todos voltearon a ver que era lo que lo habia asustado. Un monstruo que manejaba un taxi miraba hacia ellos furiosamente. Un monstruo! Un monstruo! Avanza huevón! Le gritaban a un Benito que no entendía que pasaba. En eso, el auto comenzó a elevarse. Baja el carro huevón que nos matamos! gritaba la gringa mientras miraba hacia abajo por la ventana abierta, intentando saltar, con Esteban aferrándose fuertemente de su garganta. Ya bajo, ya bajo!, les gritaba Benito, mas asustado que ellos por los gritos que daban, mientras conducía su carro rumbo al sur. Llegaron al bosque de Pachacamac, apenas bajaron del Opel, Benito arrancó su pequeño auto y los dejó. Esteban despertó, vio a su padre acercándose a su cama, cuando estaba a punto de abrazarlo no era el, sino un inmenso sapo. Esteban se para asustado sobre su cama, se acerca al monstruo vede que habia invadido su cuarto, se saca su pipí y lo mea. Se vuelve a dormir. Se despierta, ahora era su madre era la que tenia frente a el. Que has hecho hijo mio!, grita desesperada, Esteban hace gestos como si estuviera cazando mariposas. Se ha drogado, va a morir por tu culpa! le gritaba al aun cara se sapo de su padre. En eso como para asustarla mas, el flaco Esteban hizo como si se colocaba una jeringa en el brazo. Se ha inyectado, se ha inyectado, tu tienes la culpa, por no ver nunca a tu hijo, le increpaba su madre a un padre que lloraba en un rincon del dormitorio. Se vuelve a dormir. Se despierta con su cara llena de granos, se toca su larga cabellera y la siente pegajosa. Es ya de noche. Borrosamente divisa tres cuerpos. Benito, el Gringo y el Chuncho se acercan. Seguimos aquí le dijeron. Rossmary partió, nos dejo por Jim Morrison.

martes, 26 de abril de 2016

PIERRE JANNERET el gran desconocido por Víctor Hugo Velásquez A pesar de la extensa cantidad de estudios sobre Le Corbusier, sorprende la escasa reflexión existente sobre el papel que desempeña Pierre Jeanneret dentro de una obra que, en buena parte, puede entenderse como conjunta y compartida. La bibliografía existente sobre Pierre Jeanneret no puede calificarse más que de exigua, lo cual reafirma la imagen de una figura que parece más bien enigmática y siempre en la sombra. Se tendrán en cuenta tres factores clave dentro de su obra: su trayectoria profesional, su relación con Le Corbusier y su labor en Chandigarh. Pierre Jeanneret: el gran desconocido A pesar de la extensa cantidad de estudios sobre Le Corbusier, no deja de sorprender la escasa reflexión existente sobre el papel que cumple Pierre Jeanneret dentro de una obra que, en buena parte, puede entenderse como conjunta y compartida. Es bien conocido el esquema según el cual mientras Le Corbusier desarrollaba una intensa labor en el planteamiento teórico de la arquitectura y el urbanismo, al tiempo que aseguraba su difusión en medios impresos, Pierre Jeanneret se hacía cargo de temas operativos y técnicos de los proyectos. Sin embargo, este esquema no es más que la exposición de la necesaria repartición del trabajo y queda aún en el aire una cuestión mucho más compleja: la relación personal y profesional entre los dos arquitectos, así como el alcance que esta pudo tener dentro del desarrollo de la obra. Por otra parte, cabe apuntar que la bibliografía existente sobre Pierre Jeanneret no puede calificarse más que de exigua si se le compara con la de algunos de sus compañeros de aventura profesional, de su misma talla e importancia. 1.- Es fácil comprobar que los textos producidos, hasta el momento, no son más que rúbricas dentro de una publicación temática y no existe un libro enteramente dedicado al arquitecto de forma monográfica. 2.- Esta escasez de información reafirma la imagen de una figura que parece más bien enigmática y siempre a la sombra. El presente artículo no puede ser más que un modesto acercamiento, de nuevo un somero repaso, a la obra y figura de un arquitecto al que la historia parece empeñada en negarle un sitio propio, por fuera de la larga sombra de su célebre socio, primo y amigo.

domingo, 3 de abril de 2016

jueves, 24 de marzo de 2016

GEORGE HERBER WYMAN, EDIFICIO BRADBURY Y BLADE RUNNER Wyman nació en el año 1860 en Dayton, Ohio. Al salir de la escuela, como le gustaba dibujar su tío el arquitecto Luthor Peters lo puso de practicante en su oficina. En 1891 se trasladó a Los Ángeles, donde trabajó como dibujante en las oficinas del arquitecto Sumner Hunt. En el año 1892 el millonario minero Lewis Bradbury contrata al arquitecto Hunt para el proyecto de un gran centro comercial. Durante una de sus visitas a las oficinas de Hunt para ver el avance de su proyecto, mientras daba vueltas por la oficina decepcionado por lo que le mostraba, le encantó unos bocetos de un edificio futurista pegados frente a un tablero de dibujo, tomando el sorprendente paso de pedirle para que el joven ahí sentado fuera el que diseñara el Centro Comercial, a pesar de no haber proyectado ni estaba formado como arquitecto. Wyman había dibujado un edificio descrito en una novela de ciencia ficción que compraba por capítulos escrita por Edward Bellamy llamada Mirando hacia atrás: De 2000 a 1887, donde se describe al héroe visitando una tienda comercial en la sociedad utópica del año 2000: “Edith dijo que aquel era uno de los grandes establecimientos distribuidores que hay en cada barrio de la ciudad, de modo que ningún residente estaba a más de cinco o diez minutos de alguno de ellos yendo a pie. Era el primer interior de un edificio público del siglo veinte que había contemplado jamás, y el espectáculo por supuesto me impresionó profundamente. Estaba en un vasto pabellón lleno de luz, que no solamente provenía de las ventanas que había en todos los laterales, sino de la cúpula, cuya cúspide estaba a treinta metros sobre nosotros. Bajo ella, en el centro del pabellón, una magnífica fuente jugueteaba, refrescando la atmósfera dándole un delicioso frescor con su aspersor. Los muros y el techo estaban pintados al fresco en tintes suaves, calculados para suavizar, sin absorber, la luz que llenaba el interior. Alrededor de la fuente había un espacio ocupado con sillas y sofás, en los que estaban sentadas muchas personas conversando. Letreros en los muros por todo el pabellón indicaban a qué clase de artículos estaban dedicados los mostradores que había debajo”. Con la excepción de la fuente, la descripción encaja perfectamente con el diseño interior que logra Wyman en el edificio Bradbury sólo seis años después que el libro de Bellamy fue publicado. De acuerdo con una historia contada por su nieto, el estaba preocupado por la responsabilidad de tomar el proyecto. Tanto él como su esposa Belle eran espiritistas y la pareja decidió consultar a los espíritus para recibir orientación. Usando una tablita, un dispositivo similar a un tablero de Ouija, trazaron el mensaje: Marcos Wyman ordena tomar el edificio Bradbury y será ... Exitosa. Marcos Wyman era su hermano menor fallecido. Como resultado, Wyman aceptó el encargo, de hacer el proyecto del edificio de cinco pisos en la esquina de Broadway y la calle Tercera. El edificio fue terminado un año más tarde en 1893 a pesar de los costos en espiral desde $ 175.000 a $ 500.000, en gran parte por Bradbury que quería los materiales de la mejor calidad para todos los aspectos de la construcción. Al terminar la obra, esta fue recibida con gran éxito por la crítica. Sin embargo, fue sólo el único éxito importante de su carrera. En los años siguientes, Wyman recibió numerosos encargos y para ello decidió reforzarse con un curso por correspondencia de arquitectura, pero esto lo apartaron del uso de la luz interior que era su principal característica . Sus posteriores proyectos de edificios, mayormente de oficinas, e influenciado por la epoca adquirieron un estilo más sólido y pesado. Con el paso de los años fueron desapareciendo. El edificio Bradbury que aun sigue admirándose, fue utilizado en muchas películas, siendo la ultima de ficción futurista Blade Runner .

sábado, 20 de febrero de 2016

SIN RETORNO
Llevo dos días sin poder dormir. Lo que vi me dejo muy preocupado. No puedo olvidar su rostro de miedo. Hace unos días un amigo me dejo en el Trébol - laberinto sobre la Javier Prado que tiene tantas veredas entrecruzadas hacia direcciones opuestas, que el que no conoce, por querer ir a San Isidro, puede terminar en el Agustino- Ahí tenía que tomar para ir a Los Olivos “el Chino” , ómnibus lleno de pasajeros tipo bolichera que va desde Villa el Salvador hasta Ventanilla a mas de cien por hora por la Via Evitamiento . Ni bien me acomodo en el asiento de discapacitados saco un libro para leer en el camino. De pronto algo llama la atención a mi rabillo del ojo. Volteo y observo a una linda rubiecita de rostro preocupado y angelical, hablando con alguien por el celular, mientras se acomodaba también en un asiento delantero, como no soltaba el teléfono y veía la ruta, parecía que alguien la guiaba. Para mí, verla sentadita en ese ómnibus que recorre los sitios más peligrosos de Lima era una escena bizarra. A lo mejor también va a mi universidad – pensé-, y me quede tranquilo leyendo mi libro. De pronto al llegar a Caquetá, el ómnibus se detiene y escucho el grito del cobrador: paradero Pezet, tienes que bajarte acá, dirigiéndose a ella. Se paró y bajó rápidamente con su carita asustada del autobús. No me dio tiempo de avisarle que no era esa la calle Pezet que seguro buscaba. Mientras el gigantesco bus reemprende su marcha dejando atrás una de las zonas más peligrosas de Lima, logro ver por una de las ventana como de un callejón parecido a una oscura caverna , salen cuatro tipos dirigiéndose rápidamente hacia la inocente y distraída joven... El Laberinto del Trébol cobró una víctima más.

SIN RETORNO 2DA HISTORIA

SIN RETORNO II A comienzos de los ochenta no había nada más aburrido que el alejado puerto norteño de Mancora sin olas. Y pasaban los días y ni una puta ola. Hasta que una mañana llena de zancudos, me despabilo, agarro mis pocas chivas que tenía donde Javier Parró, le encargo mi tabla y me trepo al primer Roggero que pasaba rumbo a Puerto Pizarro. Luego de ir bordeando una costa limpia y azul, que acompaña al largo desierto caluroso, el destartalado ómnibus rebosante de gente se detiene en Zorritos. Cuando oh sorpresa! veo que en un kiosco al lado de la carretera y pegado a la playa, a dos amigas que en diminutos bikinis estaban tomando cerveza. Les paso la voz y les digo que suban que me iba a Puerto Pizarro. Ellas al reconocerme entre toda la gente asidua a este tipo de transporte asesino, no lo piensan dos veces y antes que continúe su marcha el bus, ya las tenía a mi lado, en bikini y con chelas en mano. Las dos hacían una pareja perfecta, la más seria, era una mujercita flaca, guapa, de buen cuerpo y rubiecita, la otra, bien bronceada, bajita, un poquito más rellenita, alegre, bonita y coqueta. Con este par de chicocas, entre chela y chela, llegue al hostal de mi amigo, un chiclayano exiliado en Puerto Pizarro. Ya instalados los tres en un espacioso dormitorio con vista al manglar, salimos al salón en donde mi amigo estaba viendo una película de tabla. Después de incontables rones y mientras veíamos la película por cuarta vez, la gordita se acomoda y coloca sus piececitos sobre mis muslos. Al ver esto la gringuita, en un arrebato de celos (por ella) se levanta medio borracha del sofá, y con solo la parte de arriba del bikini y una diminuta falda, de un portazo sale a la oscura noche. Pasó como media hora y no regresaba, así que salí a buscarla, era una zona peligrosa, a esa hora de la noche solo había bares llenos de pescadores borrachos al costado de los manglares. Y ahí era justo donde la encontré, en uno de los inmundos bares y rodeada de lugareños que la tenían abrazada. Me acerqué y le pedí que me acompañara de regreso y ella me mando a la mierda. Entonces la jalé del brazo y uno de ellos me metió un manotazo en el pecho. Al ver que ella no quería moverse de ahí regrese corriendo al hotel a buscar a mis amigos. Cuando llegamos, toda la zona estaba oscura, los bares cerrados y no había rastro de ella.

domingo, 7 de febrero de 2016

LAS ENSEÑANZAS DE DON JUAN

Enseñanzas del brujo yaqui Don Juan al antropólogo californiano-peruano Carlos Castañeda para ser un hombre de conocimiento Cuando Carlos empieza la relación con don Juan, era él, el sujeto y el brujo, el objeto de su análisis. Luego de un tiempo de conocerse, la relación pasó a sujeto – sujeto, ósea una relación de maestro-maestro. Para luego pasar a sujeto el maestro brujo yaqui y objeto el antropólogo: Para convertirse en un hombre de conocimiento Don Juan le dijo que tenia que enfrentarse a cuatro enemigos: El primero, el miedo, miedo a enfrentarse a lo nuevo y dejar su mundo de comodidades para iniciar el camino del conocimiento de la realidad no ordinaria. Si no se vence a ese enemigo, nunca se pasara a la segunda etapa El segundo enemigo: la claridad. Pensar que uno ya lo conoce todo y no necesita saber nada más. Si uno piensa de esa manera, y no entiende que cada segundo nuevo es diferente al anterior y por lo tanto no puede decir que tiene el conocimiento. Entonces la claridad lo habrá vencido El tercero: el poder. Creerse superior porque la gente lo escucha y lo sigue, si piensa así y no se da cuenta que el ser humano y la cucaracha son simplemente productos diferentes de la naturaleza, entonces con humildad habrá vencido al tercer enemigo, para luego enfrentarse al mas difícil El cuarto: la vejez Cuando Carlos seguía a través de los cerros al viejto, le pregunto como se desplazaba mas ágilmente que el y don Juan le respondió: el cuerpo, la cascara cambia y se arruga, el espíritu no.

jueves, 4 de febrero de 2016

PELE

PELE Cuando Lima no era esta Lima, sino más chiquita, vivir en Breña, no era cosa de locos ni de locas. En esa época, ser hijo de padres separados, la elección del colegio no era cosa fácil, mas aun estando la mayoría en manos de los curas. Por lo que mi madre a duras penas con lo que ganaba trabajando en La Telefónica, pudo matricularme en el colegio Raimondi, laico y más flexible con estos temas cojudos del matrimonio. Al trabajar ella todo el día y siendo hijo único, fui criado por todas las vecinas de la quinta, de ahí esa necesidad de cariño femenil que hasta ahora me dura. Pero la cosa no era tan color de rosa cuando salía de la quinta, que era mi paraíso. Más aun, cambiaba si eras el mas chiquito de salón, estabas en un Colegio Italiano, y tus compañeros que vivían en Casonas que parecían museos florentinos de la avenida La Colmena, cuando la camioneta al recogerte, además de pasar por un distrito como Breña tus enrgeiditos y bien peinaditos compañeritos italianitos veían que salías de una quinta…bulling con el de apellido peruanito. Un día regreso todo golpeado a mi casa. Como todos las mañanas cuando subí a la camioneta comenzaron los italianitos con la cantaleta de: Urbina vive en un callejón, Urbina vive en un callejón, y como cojudo no era, ni en mis siete años que tenía en ese entonces, agarré al primer gordito que tenia al frente y ¡juacate! Me aventé encima de él a sacarle la chochoca - tal como me había enseñado el hermano de una de las vecinitas de la quinta, que siempre me engreía diciéndome que si me daba ensalada de fruta me dejaba tocarle las puntita de sus tetitas-. Regresando a la bronca, al golpearlo en la nariz, su hermanito saltó a defenderlo y se armó la de San Quintín en la camioneta rumbo al Raimondi, que en esa época quedaba en la avenida Arequipa. Terminando los tres chiquitos en la dirección. Como era de esperar llamaron a mi mama, que al enterarse porque fue la bronca y de paso el bulling que me hacían por vivir en una quinta, se propuso como buena madre que quiere un mejor futuro para su hijo y de paso que no “me jodieran mas”, - como ella decía-, mudarnos a un mejor barrio y que mejor que vivir según ella, en un moderno edificio cerca al Campo de Marte y no muy lejos del colegio. Cuando terminó el verano y empezaron las clases, mi madre que pensaba que ya no me iban a joder mas, se equivocó, porque mis compañeritos seguían viviendo en esas especies de museos. Así que, ni bien subí a la camioneta empezaron con una nueva cantaleta: Urbina vive en un edificio, Urbina vive en un edificio, así que de nuevo a sacarme la mierda con los gorditos (me imagino que estaban bien papeaditos por ser la mayoría hijos de panaderos) termine de nuevo en la dirección pero nunca más se metieron conmigo. Me había convertido en un chiquillo de barrio. Pasaron algunos años, yo tenía alrededor de 12 o 13 años, en esa época sufría de bronquitis y de asma, Estando así de enfermo me entero que viene el club Santos con Pelé a jugar contra el Alianza Lima. En el barrio vivía el señor Mendieta, famoso porque se encargaba de la puerta número cuatro del Estadio Nacional, y siempre nos dejaba entrar sin pagar a ver los partidos. Pero esa vez el único que no pudo ir a ver a Pele fui yo por mi enfermedad. Al día siguiente, mi madre por mi enfermedad me pasa a su dormitorio que daba hacia la calle para que recibiera mas aire, me deja con la empleada y se va. Yo estaba echado en su cama tosiendo y a la vez que triste por no haber visto a Pele la noche anterior, cuando siento unos gritos de mis amiguitos en la calle, cuando me asomo por la ventana desde el segundo piso donde vivía, veo estacionarse el carro de mi mama, y bajar a un señor negro rodeado de toda la gente de mi barrio. Mi madre había traído a Pele. No podía creerlo, tanto era el amor de mi madre que había averiguado donde se hospedaba el club Santos y se había ido hasta el centro de Lima a traerlo. Pele junto a todos mis amiguitos entraron al cuarto de mi mama donde me encontraba acostado. Me firmó mi recontra usada pelota de cuero, me dijo entre portugués y castellano, que pronto me iba a sanar y que sería un gran futbolista, y que a mi mamá la quiera mucho. Y se fue rodeado de todos mis incrédulos amiguitos... Pasaron cerca de veinte años y un día mientras trabajaba para una Compañía de seguros en el Centro de Lima, paso por el Hotel Savoy donde siempre se hospedaban los equipos brasileros cuando venían a Lima. En la puerta había un señor moreno que fácil pasaba de los ochenta con un viejo, limpio y planchado uniforme azul de portero. Me acerqué y le pregunté si había conocido a Pelé, y me dijo que si y que varias veces lo había visto. Le pregunte que si le podía contar una historia sobre él, que seguro no me iba a creer. Me dijo muy amablemente que le gustaría escucharla, así que le conté como fue que lo conocí cuando era un niño y que mi mamá vino a recogerlo de este mismo hotel donde el ahora trabajaba y como lo llevó hasta mi casa.El no solo me creyó, sino me dijo que me iba a contar una historia aun más inverosímil. Se acomodó en su silla en la puerta del viejo Hotel y me dijo que en una de sus tantas venidas al Perú, siendo el portero, le dijo en broma a Pelé si podía ser padrino de su hijo. Él, para su asombro, le dijo que si, y que al día siguiente del partido lo acompañaría hasta su casa. Por esa época, el vivía con su familia en Carabayllo, y para llegar hasta ahí tenían que cruzar un puente colgante sobre el rio Rímac. Pele, junto a dos jugadores más, que él no recuerda, no solo cruzó el puente, sino también le llevaron regalos a su hijito. Antes de despedirse este simpático anciano, me dijo que su hijo ahora es un exitoso doctor, casado con brasilera y que vive en Sao Pablo, y que la carrera se la pagó Pelé.