sábado, 20 de febrero de 2016

SIN RETORNO
Llevo dos días sin poder dormir. Lo que vi me dejo muy preocupado. No puedo olvidar su rostro de miedo. Hace unos días un amigo me dejo en el Trébol - laberinto sobre la Javier Prado que tiene tantas veredas entrecruzadas hacia direcciones opuestas, que el que no conoce, por querer ir a San Isidro, puede terminar en el Agustino- Ahí tenía que tomar para ir a Los Olivos “el Chino” , ómnibus lleno de pasajeros tipo bolichera que va desde Villa el Salvador hasta Ventanilla a mas de cien por hora por la Via Evitamiento . Ni bien me acomodo en el asiento de discapacitados saco un libro para leer en el camino. De pronto algo llama la atención a mi rabillo del ojo. Volteo y observo a una linda rubiecita de rostro preocupado y angelical, hablando con alguien por el celular, mientras se acomodaba también en un asiento delantero, como no soltaba el teléfono y veía la ruta, parecía que alguien la guiaba. Para mí, verla sentadita en ese ómnibus que recorre los sitios más peligrosos de Lima era una escena bizarra. A lo mejor también va a mi universidad – pensé-, y me quede tranquilo leyendo mi libro. De pronto al llegar a Caquetá, el ómnibus se detiene y escucho el grito del cobrador: paradero Pezet, tienes que bajarte acá, dirigiéndose a ella. Se paró y bajó rápidamente con su carita asustada del autobús. No me dio tiempo de avisarle que no era esa la calle Pezet que seguro buscaba. Mientras el gigantesco bus reemprende su marcha dejando atrás una de las zonas más peligrosas de Lima, logro ver por una de las ventana como de un callejón parecido a una oscura caverna , salen cuatro tipos dirigiéndose rápidamente hacia la inocente y distraída joven... El Laberinto del Trébol cobró una víctima más.

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