sábado, 20 de febrero de 2016

SIN RETORNO 2DA HISTORIA

SIN RETORNO II A comienzos de los ochenta no había nada más aburrido que el alejado puerto norteño de Mancora sin olas. Y pasaban los días y ni una puta ola. Hasta que una mañana llena de zancudos, me despabilo, agarro mis pocas chivas que tenía donde Javier Parró, le encargo mi tabla y me trepo al primer Roggero que pasaba rumbo a Puerto Pizarro. Luego de ir bordeando una costa limpia y azul, que acompaña al largo desierto caluroso, el destartalado ómnibus rebosante de gente se detiene en Zorritos. Cuando oh sorpresa! veo que en un kiosco al lado de la carretera y pegado a la playa, a dos amigas que en diminutos bikinis estaban tomando cerveza. Les paso la voz y les digo que suban que me iba a Puerto Pizarro. Ellas al reconocerme entre toda la gente asidua a este tipo de transporte asesino, no lo piensan dos veces y antes que continúe su marcha el bus, ya las tenía a mi lado, en bikini y con chelas en mano. Las dos hacían una pareja perfecta, la más seria, era una mujercita flaca, guapa, de buen cuerpo y rubiecita, la otra, bien bronceada, bajita, un poquito más rellenita, alegre, bonita y coqueta. Con este par de chicocas, entre chela y chela, llegue al hostal de mi amigo, un chiclayano exiliado en Puerto Pizarro. Ya instalados los tres en un espacioso dormitorio con vista al manglar, salimos al salón en donde mi amigo estaba viendo una película de tabla. Después de incontables rones y mientras veíamos la película por cuarta vez, la gordita se acomoda y coloca sus piececitos sobre mis muslos. Al ver esto la gringuita, en un arrebato de celos (por ella) se levanta medio borracha del sofá, y con solo la parte de arriba del bikini y una diminuta falda, de un portazo sale a la oscura noche. Pasó como media hora y no regresaba, así que salí a buscarla, era una zona peligrosa, a esa hora de la noche solo había bares llenos de pescadores borrachos al costado de los manglares. Y ahí era justo donde la encontré, en uno de los inmundos bares y rodeada de lugareños que la tenían abrazada. Me acerqué y le pedí que me acompañara de regreso y ella me mando a la mierda. Entonces la jalé del brazo y uno de ellos me metió un manotazo en el pecho. Al ver que ella no quería moverse de ahí regrese corriendo al hotel a buscar a mis amigos. Cuando llegamos, toda la zona estaba oscura, los bares cerrados y no había rastro de ella.

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